LEY DE BIENESTAR ANIMAL

Belarra amenaza las estirpes de perro pastor: prohíbe a los dueños cruzar los mejores animales

Belarra ley animal
Ione Belarra
Pelayo Barro

Los cambios que introduce la nueva Ley de Bienestar Animal impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, dirigido por Ione Belarra, suponen un duro golpe para algunos sectores. Y entre los más afectados está el de la ganadería, y especialmente el pastoreo. La nueva normativa impedirá la cría tradicional de perros pastores prohibiendo los cruces entre aquellos animales con un mejor desempeño en el día a día del campo. Ahora tendrán que comprarlos a un vendedor inscrito en el Registro de Criadores, sin garantía sobre si serán válidos para ocuparse de sus animales.

El pastoreo es una profesión donde los perros son un elemento esencial para el cuidado de los rebaños bovinos o de rumiantes, tanto para la protección ante agresiones de animales salvajes como para la guía de los grupos. Y por eso son tremendamente valorados entre los pastores aquellos animales provenientes de estirpes de perros dedicados durante décadas a la custodia del ganado. Ejemplares hijos, nietos y bisnietos de perros pastor que ya tienen la huella del campo y el saber hacer incrustado en su genética.

Ahora, la nueva ley amenaza con terminar con estas generaciones de perros pastores criados por los propios ganaderos. La tradición habitual del campo es cruzar a un macho y una hembra -de su propiedad o de algún vecino- cuyo desempeño profesional esté fuera de duda. Los vástagos, por norma general, heredan las mismas aptitudes para el puesto que tenían sus progenitores. O al menos tienen muchas posibilidades de ello.

Multas

Sin embargo, la ley de Belarra no contempla la libre cría de animales: a partir de ahora habrá que acudir a los canes que provengan de un suministrador del Registro de Criadores de Animales de Compañía. Porque sí, la norma de Belarra considera a los perros pastores como animales de compañía.

Sólo animales inscritos en estos registros del Ministerio podrán procrear. En caso de saltarse este filtro, se contemplan multas de entre 500 y 10.000 euros. Aquellas explotaciones ganaderas que tengan perros de ambos sexos y no quieran enfrentarse a sanciones o problemas burocráticos deberán proceder a esterilizar a los canes. Se contemplan también inspecciones para comprobar que toda la documentación esté en regla.

Cuando necesiten un nuevo integrante para el cuidado de sus rebaños, los ganaderos deberán acudir a uno de estos criadores. Desde el sector se recuerda al Gobierno que este sistema les obliga a confiar en animales ‘externos’ que, pese a poder reunir características que a priori les servirían, quizás no terminen adaptándose a su explotación ganadera o tengan problemas con otros perros por no tener vínculos familiares.

Además, está el hecho de que la esterilización de los perros puede conllevar cambios en su fisonomía, capacidades o aptitudes para el desempeño de su trabajo. Por ejemplo, aumentos de peso o pérdida del punto de agresividad que necesitan algunos perros, como los que tengan que enfrentarse a lobos en alta montaña para defender a sus rebaños.

Obligaciones

Además, el nuevo texto normativo no incluye la categoría de perros de trabajo. Animales que sirven a un propósito concreto en el campo, por ejemplo los perros pastores, que a partir de ahora serán considerados animales de compañía que las familias de ganaderos utilizan para sus quehaceres. Pero, a ojos de la ley, un mastín al cuidado de un rebaño de ovejas estará bajo los mismos derechos y obligaciones que un caniche de ciudad. Y eso, explican fuentes del sector a OKDIARIO, amenaza la forma de vida que los canes han tenido en el campo durante décadas y siglos.

Al no diferenciar en categorías, la ley impulsada por Belarra establece, por ejemplo, que los perros al cuidado de rebaños de rumiantes o ganado bovino deberán pernoctar en el hogar, entendiendo a los canes como uno más del «núcleo familiar». Esa integración, forzada por ley, supone una distorsión para los propios perros, acostumbrados desde generaciones a dormir a la intemperie junto a los rebaños que vigilan para que no sean objetivo de lobos u otros depredadores nocturnos.

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